Platón
Platón

Por una extraña razón damos por sentado que en el camino de la política los sistemas democráticos son justos y necesarios. Yo no digo que no lo sean, pero no entiendo porqué no se sigue avanzando en este campo. Parece lógico y razonable que los ciudadanos sean quienes elijan a sus representantes, pero quizás habría que darle una vuelta al concepto de ciudadano, si es que no se quiere tocar el de Democracia.

Creo que fue el propio Platón quién esbozó el concepto de Democracia que más tarde perfeccionaría su alumno Aristóteles. Platón subrayó que «La democracia es el mejor de los gobiernos sin ley y el peor de los gobiernos en los que se respeta plenamente la ley». Muy lejos en planteamiento de la sociedad que vivimos hoy, la democracia actual hereda unos principios arcaicos que puede que ya no sean válidos en la coyuntura actual.

En la antigua Grecia, el estatus de ciudadano no es el mismo que atribuimos hoy a nuestros compatriotas. Resta decir que su modelo de selección para la ciudadanía no es, al menos a día de hoy, el más adecuado. Pero, ¿nos hemos parado a pensar cual es el nuestro? ¿Acaso debería ser suficiente nacer en un determinado lugar para ganarse ese estatus?

Yo me pregunto: para cosas tan triviales como conducir un vehículo por la vía pública es necesario estudiarse un libro (que engorda cada año), realizar una prueba teórica, tomar unas clases prácticas y finalmente aprobar un examen de conducción, además de pagar una serie considerable de tasas. ¿Por qué no es necesario demostrar aptitud o conocimiento alguno a la hora de elegir a las personas que, a la postre, fijarán el rumbo y establecerán el destino de todos los ciudadanos? ¿Acaso el destino de la sociedad como tal no es más importante que el destino de un vehículo particular?

No estoy proponiendo que haya que estudiarse la constitución para poder votar (si bien es cierto que en sitios como Estados Unidos es requisito indispensable para que los inmigrantes obtengan la ciudadanía), sino que existan una serie de preguntas sencillas que cualquier persona que vaya a votar debería conocer. Por ejemplo, y en el caso de nuestro país:

1. ¿Cúal es el régimen político de España? ¿Es España una república o una Monarquía Constitucional? De ser lo segundo, ¿Cuantas constituciones hay en vigor en España?

2. El político que salga elegido presidente, ¿Qué tiempo de mandato tendrá asignado?

3. ¿Tiene obligación el presidente de componer un gobierno única y exclusivamente con miembros (y miembras, claro!) de su partido?

4. ¿Es La Oposición el otro gran partido que se opone a todo lo que diga el gobierno?

5. ¿Tiene el rey capacidad de veto de alguna ley?

Creo sinceramente que estas preguntas son más sencillas que cualquiera de las que aparece en el examen de conducir y, sin embargo, estoy convencido que una gran parte de los «ciudadanos» tendrían problemas para contestarlas. Sin embargo, sin saber lo que están haciendo cuando eligen «democraticamente» a sus representantes, tienen todo el derecho del mundo a votar. ¿Por qué?

Una persona, un voto, no. Un ciudadano, un voto, si. ¿Cúal es la diferencia?

Pues probablemente que un grupo de ciudadanos no acabarían escogiendo a Mr. Bean como presidente del gobierno; algo que, la reciente historia, nos ha demostrado que es doblemente posible.