En estos años del cambio climático uno no puede dejar de pensar en las acciones que cada día impulsan los políticos para «concienciarnos» de que debemos dejar un mejor planeta a nuestros hijos del que nosotros mismos nos encontramos cuando llegamos. Desgraciadamente, cualquiera que pueda sumar dos más dos entenderá con bastante claridad que la acción del ser humano por si sóla no puede producir los cambios que los apocalípticos vaticinan.

Parece que ya ha quedado claro que el planeta no se calienta, sino que más bien se enfría. Pero ojo, que el enfriamiento no lo están vaticinando en cientos, ni siquiera en decenas de grados centígrados, sino que los están vaticinando en unidades. Que si un grado más en 25 años, que si grado y medio en 50 años… O sea, estos pseudocientíficos que tienen serios problemas en predecir el tiempo que va a hacer mañana con relativa exactitud nos hablan de cambios de uno o dos grados en el transcurso de las próximas décadas y nosotros, que somos torpes e ignorantes, nos lo creemos. Pero lo mejor, lo que más impacta, es que se atreven a predecir lo que va a ocurrir como consecuencia directa de este cambio en un par de grados durante cinco décadas. Digo que son pseudocientíficos porque en realidad, el tiempo que hará y el climá que esperamos se basa en predicciones no en certezas. O sea, se analizan los históricos y se intenta predecir que ocurrirá en función de lo que ha ocurrido otras veces y de lo que suele ocurrir cuando se dan una serie de fenómenos atmosféricos. Sin embargo, la naturaleza en su conjunto es mucho más que borrascas y anticiclones. La naturaleza es ganado, volcanes, placas tectónicas, flora y fauna en general y un sinfín de factores que, sin duda, alteran el producto y que están, al menos de momento, fuera de nuestro control. Y el ser humano, es un inmensa complejidad, no es sino una pequeña parte de la naturaleza. He oído a idiotas defender que el ser humano es el ser predominante de nuestra época. Obviamente no habían oído hablar de las bacterias.

La clase política en general oculta su mediocridad bajo el «Estado de Miedo». Ya lo dije en el post precedente y ahora lo reitero. Como no tenemos problemas en occidente en general y en España en particular, vamos a dedicarnos a preocupar al currito de turno para que no esté pendiente de nosotros. De este modo, señores ciudadanos, sepan ustedes que lo importante no es la crisis, ni el desempleo, ni la nefasta política europea que axfixia al tercer mundo a base de subvenciones a los productos propios, no, ni siquiera los sindicatos y la patronal son importantes. Lo importante es poner el aire acondicionado a 26 grados, para pasar calor; poner la calefacción a 20, para pasar frío. Cambiar las bombillas de filamento que consumen mucho por las de bajo consumo (hechas con plomo), que son altamente contaminantes pero consumen poco. Lo importante es ir en bicicleta (otra vez!) y no en coche para llegar hecho un guarro al trabajo. Lo importante es apagar los aparatos electrónicos y no ponerlos en «stand-by» vaya a ser que los 0,1 watios que consumen en este estado acaparen la capacidad de toda la red generadora. Lo importante es que, aunque las centrales nucleares no contaminan son supuestamente peligrosas y por tanto generar energía con centrales de combustible fósil o de ciclo combinado es mucho mejor, aunque contamine.

Las energías renovables, hoy por hoy, son deficitarias. Pero eso no es importante, vamos a potenciarlas con tu dinero, pequeño currito, y tu te jodes y pasas calor en verano y frío en invierno porque lo importante es el respeto al medio ambiente, al menos cuando a la clase política le interesa porque para volar en Jet Privado, para llevar coches de gran cilindrada que pagamos todos, para usar miles de toneladas de papel cada año en mitines, carteles y demás, para eso, no hay problema con contaminar. Y claro, luego están las cumbres. Occidente le pide a oriente que cumpla una serie de protocolos para supuestamente preservar el planeta. Pero occidente no se pone en la piel de Oriente. Yo si me pongo. Y me imagino siendo la cuarta generación de unos pequeños comerciantes de una ciudad oriental que, tras esfuerzos y sacrificios durante décadas hemos prosperado algo y hemos podido comprado el primer coche en la familia para sustituir al cansado burro, o quizás el primer aire acondicionado para sustituir al ventilador. Pero ojo, que no debemos ponerlo muy frío en verano ni muy caliente en invierno, vaya a ser que contaminemos mucho. O sea, mi bisabuelo comienza un pequeño negocio, mi abuelo se parte la espalda para continuar con el y darle a mi padre una tiendecita establecida que por ende yo heredo y permite que mi familia viva mejor y, cuando por fin me llega el momento de ser un poco como occidente lleva siendo toda la vida, justo entonces cuando puedo permitirme algunos pequeños lujos, tengo que renunciar a tener coche para viajar por la ciudad, nuevamente, en transporte público y debo pasar calor en verano y frío en invierno porque no es políticamente correcto usar un climatizador.

Pero en nuestro inagotable cinismo pedimos a oriente que nos fabrique a precios bajos los productos que consumimos. El colmo de la desfachatez es cuando mandamos a oriente construir las placas solares que necesitamos para ahorrar energía muy a sabiendas de que la cantidad de energía que algunas de estas placas necesitan en su fabricación es mayor que la energía que producirán en su ciclo de vida. Y no se dejen engañar, el ciclo de vida no es el que el fabricante pone en el papel que entrega, es el ciclo efectivo de duración de la tecnología hasta que es sustituida por otra presumiblemente más avanzada, o ¿acaso si encendiésemos los Amstrad, Commodores y Spectrum ahora estos no funcionarían?

Lo cierto es que la clase política no es profesional. No se trata de gestores con formación. Son meros captadores de votos. Los de un lado, los del otro y los del medio, si bien es cierto que unos más que otros. En realidad se esfuerzan continuamente en crear problemas donde no los hay, aplicando soluciones que a priori saben son inútiles, de manera que perpetúan el problema para creerse necesarios en la búsqueda de una nueva solución y poder perpetuarse en el poder, en cualquiera de ellos, incluso en la oposición. Y, sin embargo, como casi siempre, la solución es mucho más sencilla de lo que parece. Ya lo dijo alguien: No hay problemas complicados sino personas incapaces.

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